sábado, 9 de marzo de 2013

CAMBIANDO EL BA-LON-CES-TO


Lo que le sucedió a Rudy Fernández no debería caer en saco roto pero seguramente pasen los días y el lamentable suceso caiga en el olvido hasta que un día pase algo con consecuencias más graves. Ese día alguien investigará o tirará de archivo para recordarnos los avisos de que eso iba a suceder antes o después y todos en menor o mayor grado nos sentiremos culpables.
Seguramente en alguno de los corrillos en que se haya comentado, aunque sea de pasada, el suceso habrá aparecido alguien lo suficientemente estúpido para decir que Rudy se lo andaba buscando. Yo no soy partidario de los jugadores broncas ni de los chulos pero debemos recordar que el baloncesto es un deporte de contacto. Durante los partidos se lucha por cada rebote, por cada centímetro, para que el compañero pueda recibir o tirar más fácil y por muchas otras cosas por lo que la tensión se va acumulando hasta que en algunas ocasiones, pocas gracias a dios, se pierde el control de la situación. Con esto no quiero justificar cualquier comportamiento pero entiendo que de tarde en tarde puedan suceder cosas de grado menor.
Me gustaría que por una vez un suceso como este sirviera para algo bueno y que mejor causa que extirparle al baloncesto lo que hace que se aleje de la idea original de deporte. Además de cambiar normas como la de los pasos  y la de la falta táctica, antideportiva de todas a todas, hay que cambiar y educar a la afición. A los pabellones hay que ir a disfrutar de este maravilloso deporte que nació en 1891 por obra y gracia de James Naismith. Para mí el baloncesto es el deporte perfecto visto como causa de disfrute. Soy muy exigente y a mí no me es suficiente con que mi equipo gané si no ha jugado al nivel que puede hacerlo, por esto no me gusta lo que Laso hace en el Real Madrid de mis amores, y soy tan masoca que incluso me gusta que el equipo contrario juegue bien y me ponga los testículos de corbata para que después la cervecita postpartido me siente mejor si se gana o alivie si se pierde. Creo que esto es a lo que se podría llamar baloncesto espectáculo en donde no tienen cabida parásitos como la política que corroen todo lo que tocan. Entendamos el baloncesto como entendemos una película, una obra de teatro o un concierto de música donde no tienen sitio todo lo ajeno a ese momento porque este es el camino para que sea “simplemente” ese deporte maravilloso sin más.
Alguien dijo: “Para que el mal triunfe solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada”. En nuestras manos está que esto no suceda más y pensemos que los cambios, grandes o pequeños, siempre los origina una inquietud.