Me ha entristecido ver como el artículo de D. Antoni Daimiel "Pablo Laso, entre Locche y el Correcaminos" ha pasado sin que nadie o casi nadie, por si alguien ha dicho algo y no lo he leído, se queje de este claro acto de yihaidismo periodístico. Luego nos quejamos del trato que recibe el baloncesto español en Mediaset y en las otras cadenas televisivas pero claro el Sr. Daimiel "es" gente del basket y se le perdonan sus pataleos por ofensivos que sean.
No sé si otros a los que el trabajo de Pablo Laso no les gusta tendrán complejo de coyote de la Warner o de cazador resacoso pero yo no y como seguramente las comparaciones tengan intenciones poco nobles le pido a D. Antoni Daimiel que las retire por desafortunadas. De todas formas no voy a caer en el recurso fácil de comparar al Sr. Daimiel.
Cuando los resultados favorecen si importan y nos los recuerdan a bombo y platillo pero cuando se fracasa hay que callarse porque el derecho democrático a opinar no se debe ejercer. Los que pagan por ir a los partidos se quedan sin derechos. Al parecer al Madrid ya le sirve ganar incluso de tiro libre injusto en el último minuto y tanto de las derrotas o como de las victorias obtenidas "de aquella manera" todos ( Dani Díez, Hugo López, Jota Cuspinera, Dontaye Draper, Tremmell Darden e incluso Marcus Slaughter hasta hace poco) tienen la culpa menos Pablo Laso. Al vitoriano no se le han hecho varios proyectos a su medida o ha permitido que otros los hagan sin su opinión pero tener más oportunidades que otros entrenadores con más avales que han pasado por el banquillo blanco no debe obligar a nada según Mr Daimiel.
Estoy seguro de que mucha culpa de que los resacosos coyotes madridistas tengamos que seguir sufriendo a Pablo Laso y sus épicas victorias la tiene que despedirlo sería reconocer el fracaso de los que como Alberto Herreros han venido avalándolo por creer en el o por otras razones.
Por cierto ahora me alegro de que este poco amigo de coyotes y cazadores resacosos me bloqueara por decirle que no tenía valor para decir quien tenía la culpa del mal juego en Eslovenia.